VOLVER AL INICIO

Siria:
Una voz valiente
Pronunciamiento de Rafael Spregelburd, dramaturgo intelectual argentino

 

05/10/2012

IMPUNIDADES

El argumento divino

Por Rafael Spregelburd

Las ficciones, como la realidad (otra ficción), tienen nombres específicos para sus procedimientos de construcción de verosimilitud. A veces se los llama “géneros”, y entonces todo está en orden; a veces se construye un género muy híbrido y entonces hay que dar explicaciones. Cuanto esta hibridización ya no parece admitir verosimilitud alguna porque su ilusión de verdad choca con la de otros géneros existentes, estamos asistiendo al nacimiento de un género nuevo. Y éste impondrá sus reglas y su lógica.

Pero no pretendo hablar de literatura, sino de Siria. El argumento divino (el fanatismo religioso) es el género que sirve para impedirle al occidental medio desentrañar la sangrienta lucha.

Hoy es Siria y la sangre de sus niños, de sus pobres, de sus desheredados pide a gritos acabar con esta lectura de género islámico (que es la coartada para el abandono de la razón) y establecer una lectura adecuada a la verdad. En vez de entrever la lucha siria como la complicación natural de un mundo de dogmas religiosos habría que comenzar a rastrear el hilo polvoriento que une las sublevaciones en Túnez con las manifestaciones arengadas por Facebook en Egipto (pero Facebook no entra en el género divino, y por eso opaca tanto el verosímil y torna risible todo conato revolucionario), y que a su vez se liga a la verdadera sublevación que debería ocurrir en Libia para evitar que los mismos de siempre organicen la administración de su riqueza petrolera (el verdadero argumento tras el falso velo poético del islam). Es esta lectura de clases (y no de fantasmas medievales) la que urge establecer para que la historia no nos acuse en el futuro: en Siria está ocurriendo un genocidio, y mucho peor que el silencio (que lo ha permitido miles de veces) es la mentira. Las versiones oficiales (incluso las de la supuesta izquierda, con su anacrónico stalinismo a la cabeza) imaginan que las masas sublevadas son ejércitos financiados por la CIA y por la OTAN, para así desprestigiar un movimiento de pobres y desposeídos que –ya hartos de las ficciones que han tratado de imponerles– viven en un territorio tan pequeño que hace imposible encontrar el sitio donde enterrar a sus muertos. Las fotografías de Homs y de Aleppo con pancartas escritas a mano por los civiles y subidas en Facebook, en YouTube, no tienen –si se me permite la sospecha– absolutamente nada del estilo de las “tropas terrestres de la OTAN”, ni de “células terroristas de Al Qaeda”, ni de “grupos amparados por Washington”. Tampoco el hecho de que se reporten más de trescientos mil muertos. ¿O son tantos los soldados que pueden financiarse y enviar a la muerte sólo para construir una fachada que permita el silencio general?

Hombres y mujeres explotados de Siria han dicho basta, y el peligro de que la mecha encendida se extienda a la región (maldecida por la gracia del petróleo) hace temblar los bolsillos del mundo organizado, ese mundo central que sigue proponiendo las ficciones y sus verosímiles. Que ninguno de ellos quede impune cuando la historia los señale como cómplices maquiavélicos de este enorme genocidio.

 

(Publicado en la edición del diario Perfil del sábado 06/10/2012)

| contactenos